‘Fue como ser transportada a México:’ Cómo el fólklorico está ayudando a los estudiantes a conectar con sus raíces

Miembros del Grupo Fólklorico Mexica se ayudan unos a otros a prepararse para un espectáculo de danza. Foto de Natalie Hernández.

Alondra Ordaz y otras mujeres del Grupo Folklórico Mexica se hacen hueco en el estrecho salón de maestros de la Primaria Minnie Gant en Long Beach, su cuarto de vestuario improvisado para el día. 

Se ponen faldas brillantes y coloridas, cubren sus hombros con chales blancos de encaje y se turnan para ponerse diferentes tonos de lápiz labial rojo. Con manos delicadas, Ordaz ayuda a colocar el hilo trenzado y los tocados de cinta en su cabello peinado hacia atrás.

Son las 5 p. m. de un viernes y el día escolar ha terminado pero una multitud de estudiantes, padres y educadores están afuera en la celebración del mes de la herencia latinx.

Una por una, las mujeres caminan hacia la multitud, con la cabeza en alto. Los susurros de las niñas asombradas por las dobles de las princesas de Disney son ahogados por poderosos gritos de aliento y el sonido del zapateado antes de que comience a sonar “El hijo de la negra”.

Ordaz es presidente del Grupo Folklórico Mexica en Cal State Long Beach, un grupo de danza cultural que enseña bailes tradicionales de las diversas regiones de México.  Aunque lleva este título con orgullo, nunca se dio cuenta del efecto que su baile tendría en su identidad.

A los 2 años, Ordaz se mudó con su madre a los Estados Unidos desde Purépero, México, para reunirse con su padre en Moreno Valley. Aquí, se burlaban de ella por no saber inglés y creció con un recuerdo lejano de su país de origen. Ella recuerda la sensación en tercer grado, cuando su prima mayor la arrastró a bailar folklórico en la iglesia.

“Una vez que entré a la sala de baile, fue como ser transportada a México. Todos hablaban español. Las canciones estaban en español, los vestidos se parecían a los de México. Eso es lo que sabía que era México ”, dijo Ordaz.

Al igual que muchos latinos de primera generación que han pasado la mayor parte de sus vidas en los Estados Unidos, Ordaz se sintió desconectada de sus raíces. Se encontró buscando formas de entender su cultura y relacionarse con un país del que sabía muy poco. 

Ahora con 21 años, Ordaz y los líderes del club enseñan baile folklórico a más de 25 estudiantes en el campus dos veces por semana. Bajo el sol ardiente en un patio de concreto, repasan técnicas básicas como zapateados y faldeos y aprenden cómo las canciones y bailes difieren en las distintas regiones de México.. Para Ordaz, ha sido la respuesta para comprender más sobre su identidad cultural y ayudar a otros a hacer lo mismo.

 "El folklórico me ha ayudado a encontrar mi comunidad al poder compartir el espacio con otras bailarinas que crecieron con las mismas tradiciones que yo", dijo Ordaz. "[Estoy] rodeada [de] este entorno en el que todos intentan aprender más sobre su cultura y sienten pasión por sus raíces". 

Ese sentido de pertenencia y de construir comunidad en un espacio que celebra las culturas es lo que atrajo a Marisol Novo al Grupo Folklórico Mexica.

La estudiante de segundo año de Cal State Long Beach, que nació en Altadena, dice que bailar siempre ha sido una gran parte de su vida. Pero como latina de primera generación de ascendencia mexicana y cubana, se encontró intentando descubrir quién quería ser.

“Mi mentalidad era que necesitaba encontrar una comunidad y realmente encontrar un lugar donde pudiera bailar, y no preocuparme por la tarea, no preocuparme por los problemas familiares o de relaciones”, dijo Novo, quien ahora ayuda a dirigir el grupo folclórico como vicepresidente.

Navegar la educación superior como estudiantes universitarios de primera o segunda generación puede venir con sentimientos de presión y síndrome del impostor. Eufemio Fernández, profesor de estudios étnicos y chicanx/latinx en Fullerton College, dice que clubes como el Grupo Folklórico Mexica están brindando a los estudiantes esa conexión que necesitan para sentir que pertenecen.

"Los clubes están reforzando lo que ya sabemos y están creando compañerismo, acercándose a los demás y creando estereotipos positivos", dijo Fernández. 

Pero para algunos, encontrar una comunidad puede parecer una batalla entre mezclarse y aceptar quiénes son.

Esa fue la experiencia de Alejandra Yamile Veliz Ruan, quien se mudó a los Estados Unidos desde Yahualica de González Gallo, México, a los 4 años. Ruan comenzó a bailar cuando tenía unos 8 años, pero dejó de hacerlo porque notó que los niños a su alrededor estaban haciendo cosas más "americanas".

"Solo quería encajar más", dijo Ruan. "No era que alguien me estuviera diciendo algo, pero en mi mente nadie más lo estaba haciendo. Entonces, ¿Por qué lo estoy haciendo yo?"

Fernández dice que esta experiencia es común para los niños y niñas que no ven suficientes ejemplos de apreciación cultural a su alrededor. Él dice que tener una educación que incluya influencias positivas sobre su herencia está vinculada a las emociones que uno tiene sobre su cultura. Pero aunque la mayoría aprende sobre las tradiciones y el patrimonio en casa, Fernadez dice que muchos no están expuestos a la historia general de los latinos hasta que entran en la universidad. 

“Cuando eres un joven latino y no estás leyendo sobre las grandes contribuciones que hemos hecho a este país, no puedes evitar sentirte negativo. Si no lees sobre cosas positivas, ¿cómo puedes sentirte positivo acerca de quién eres o tu historia?” dijo Fernández.

Tomó algún tiempo, pero Ruan aprendió a apreciar su cultura. Tan pronto como llegó a Cal State Long Beach, se unió al Grupo Folklórico Mexica. En estos días, no busca la aprobación de nadie para bailar o ser ella misma.

“Nuestras comunidades son hermosas, nuestra cultura es muy bella. Debemos aceptar eso, no debemos sentirnos avergonzados ni dejar que nadie nos diga que lo que somos está mal. O que no pertenecemos en este país", dijo.

Ordaz está de acuerdo. Para ella, formar parte de un grupo que une a las nuevas generaciones con sus raíces a través del baile se siente como un logro.

 "Mi objetivo final es que se enorgullezcan  de lo que son", dijo Ordaz. "Estar orgulloso de ser bailarín, estar orgulloso de ser mexicano, preservar la cultura y nunca dejar que se extinga".

 

Esta historia es parte de una colaboración entre De Los y DÍG en Español.

Artículo traducido por Linda Gómez Hernández.

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