A pesar de todo: La travesía de una mujer desde la adicción hasta su logro académico

Lizette Rodríguez, de 35 años, se graduará con una licenciatura en trabajo social y trabajará para conseguir una maestría en el mismo campo. Foto por: Emily Urias.

Enviando su aplicación para una maestría en trabajo social, Lizette Rodríguez, de 35 años y en su último año en la Universidad Estatal de California en Long Beach, CSULB, según sus letras en inglés, desafió expectativas sociales. Cuatro años atrás, Rodríguez salió de la cárcel después de haber estado allí por un año y medio por posesión de drogas.

Ahora espera graduarse esta primavera con una licenciatura en trabajo social.

“Ni siquiera podía visualizar esto”, dijo Rodríguez.

En 2003, a sus 13 años de edad, fue arrestada por primera vez por robo y fue puesta en libertad condicional.

Ese verano, mientras andaba esperando en fila para entrar al baño en una fiesta de la preparatoria, Rodríguez se preguntó adónde había ido su hermana. Al abrir la puerta del baño, vio a su hermana con un grupo de amigos usando metanfetamina. Su hermana le dijo que se fuera, pero Rodríguez sintió la necesidad de impresionar a su hermana y a sus amigos, de actuar “dura”.

Esa noche en el baño, Rodríguez inició una adicción que duraría más de 15 años.

“Recuerdo que seguí intentando consumirlo, incluso cuando ya no quedaba más en la pipa”, dijo Rodríguez. “Ahora, en retrospectiva, se que era mi adicción haciendo efecto, cuando pensé: ‘Quiero más de esto’”.

A partir de ese momento, la vida de Rodríguez consistió constantemente en drogarse. No importaba quien lo tuviera ni donde estuviera, Rodríguez quería consumirlo.

Aunque nunca estuvo involucrada, Rodríguez a menudo se asociaba con miembros de pandillas. Esto la llevó a abandonar la escuela y meterse en constantes problemas. A los 14 años, fue encarcelada por primera vez por violar su libertad condicional.

“Estaba allí y tenía mucho miedo. Lloré todos los días y estuve allí durante dos semanas. Me liberaron y juré que nunca iba a regresar”, dijo Rodríguez. “Dos semanas después, había regresado”.

A los 16 años, Rodríguez conoció la heroína y al instante quedó enganchada la sensación, expresando que “el efecto que obtenía de la heroína era diferente al de la metanfetamina”.

“Sabía que quería parar de usar drogas; casi sentí que era mi estilo de vida”, dijo Rodríguez.

José Francisco Rodríguez, el padre de Rodríguez, recuerda haberse sentido frustrado al ver a sus dos hijas tomar “caminos turbulentos”. Aunque estaba enojado con ellas, las visitaba regularmente mientras estaban en la cárcel, dándoles dinero para comida o cualquier otra cosa que necesitaran.

Su padre reflexionó sobre el pasado y dijo que creía que sus hijas tomarían represalias contra él y su esposa porque no sabía cómo abordar la situación.

“Creo que como no somos profesionales, no sabíamos cómo decírselo más que gritando y regañando”, dijo Rodríguez. “Nunca nos sentamos como padres amorosos y pacientes”.

Mientras crecía, Rodríguez recuerda su hogar como un ambiente lleno de amor. Tiene una hermana mayor y sus padres eran inmigrantes de México que trabajaron duro para brindarles todo lo que necesitaban.

Secándose las lágrimas de su rostro, Rodríguez reflexionó sobre el dolor que creía haber causado a sus padres, porque “no lo merecían”.

En 2018, a los 28 años, Rodríguez decidió que finalmente era hora de un cambio después de ser sentenciada a tres años adicionales de la cárcel y ser clasificada como una reclusa peligrosa, aunque nunca fue acusada de ningún delito violento..

Después de enterarse por cuánto tiempo su compañera de prisón había estado en la cárcel, Rodríguez se asustó y supo que necesitaba cambiar. Poco después de esta decisión, Rodríguez se unió al programa Conservation Fire Camp, según sus letras en inglés, un programa que ayuda a que los reclusos reduzcan su tiempo al recibir capacitación para combatir incendios, bajo el Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California.

Esto llevó a que Rodríguez cumpliera la mitad de la pena que recibió originalmente.

Después de cumplir su condena de un año y medio en la cárcel y combatir incendios durante dos años en Fallbrook, California, Rodríguez fue liberada en febrero del 2020.

Darío Jiménez, prometido de Rodríguez, la conoce desde 2015 a través de conocidos en común. Ambos ex adictos, la pareja ha dado un giro a sus vidas y llevan comprometidos casi tres años.

“Ella ha conquistado tantos demonios en su vida”, dijo Jiménez. “Las palabras no son suficientes para expresar lo orgulloso que estoy de ella”.

Rodríguez se graduó del Santa Ana College en 2021 con un título asociado en sociología y servicio social comunitario, obteniendo honores departamentales. Se graduará de la CSULB en primavera del 2025 con su licenciatura en trabajo social.

Esperando su graduación, Rodríguez comienza el siguiente paso en su educación y recuperación al unirse al programa de maestría en trabajo social en CSULB.

Traducido por Isabella Siqueira

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